Los sofistas:
IMPULSORES DE LA PAIDEIA

Luz María Gómez Ordoñez[*]



La democracia fue la forma de gobierno en Atenas en el siglo V a. C., en una época de libertad y florecimiento intelectual que permitió el surgimiento de dos movimientos intelectuales: la filosofía socrática y la sofística. En ambos movimientos el tema central es el logos, la palabra, que es elemento inicial de la lógica y la retórica, fundamento de las humanidades y las ciencias. Hoy la filosofía sigue vigente y goza de prestigio; por el contrario, la sofística ha sido subvalorada y desprestigiada. El artículo describe la paideia de los sofistas y abre hilo para la discusión.




c Contexto

En el siglo V a. C., Atenas estableció un sistema democrático con Pericles (495 - 429 a. C.) donde los hombres libres participaban en la toma de decisiones y dialogaban para resolver los conflictos. Entonces la paideia se manifestó en formas innovadoras: la mayéutica, el método de Sócrates basado en el diálogo para alcanzar la verdad, realizado en la plaza pública (el ágora); y la retórica, como arte del logos, la palabra, que permite argumentar, elaborar discursos y persuadir.

El contexto general de Atenas se describe con un enfoque sistémico, un sistema con cuatro subsistemas interrelacionados: el social, el económico, el político y el cultural.



En este contexto podemos reconocer diversos aspectos característicos de la paideia o educación tradicional. La paideia se iniciaba con el nacimiento de los niños al inculcarles hábitos y maneras de actuar. Participaban en ella la nodriza, la madre, el padre y el pedagogo. En el hogar se enseñaba lo que era justo e injusto, lo bello y lo feo.

Después de los primeros años, iban a la escuela, donde aprendían el orden, a contar; la lectura y la escritura, en especial leían poemas de Homero y Hesíodo, cuyos ejemplos de excelencia humana les conducían a la educación ciudadana (agogé); y la música, que incluía tanto el canto y la danza, como la ejecución de la lira. El poeta Teognis (570 - 485 a. C) afirmaba que “la lira, la danza y el canto” eran un sabio modo de vida (Marrou, 1985, citado por Álvarez, 2014). El objetivo era cultivar la virtud (areté) del espíritu y fortalecer el cuerpo, así se llegaba a la kalokagathia (la perfecta bondad y belleza, un ideal por alcanzar).



c Aportación de los sofistas

Los filósofos y los sofistas agregan a esta paideia que recibían los infantes, otro tipo de conocimientos caracterizados por el avance científico de la época y por el desarrollo de la democracia. Es una paideia para los jóvenes, una educación superior.

El florecimiento intelectual permitió el avance del conocimiento científico. Así, Hipócrates (460 - 370 a. C.) adoptó un enfoque naturalista basado en la observación y la práctica. Al enseñar partía de la physis (la naturaleza), que era el fundamento de toda educación posible. Los maestros sofistas distinguían el conocimiento mítico y el religioso del científico. Jenofonte considera que los sofistas dieron importancia al conocimiento racional, y alejados de las creencias religiosas se preocuparon por los problemas del hombre.

Por otro lado, vivir en la pólis implicaba que los hombres participaran en el debate de los problemas de la ciudad para resolverlos. La Asamblea era el órgano supremo de deliberación y confrontación ciudadana. El desinterés y la apatía eran condenados: se les llamaba idiotas a los hombres que no participaban en los asuntos de la ciudad (pólis) y se ocupaban sólo de sus intereses personales.

Para participar era necesario conocer la techné política, entonces los sofistas[1] promocionaban su saber y práctica de maestros para enseñarla; afirmaban que era posible educar al ser humano como buen ciudadano. Así fortalecían la democracia, cuya soberanía descansaba en el pueblo, pues la virtud ciudadana era el fundamento del Estado. En este sentido, Jaeger expresa que los sofistas “son los creadores de la conciencia cultural, cuando el espíritu griego alcanzó su telos[2] y la íntima seguridad de su propia forma y orientación” (2012, p. 278). Así, el apogeo de Atenas consolidó a la paideia sofística y a la filosofía.

En este sentido, los sofistas, maestros itinerantes, enseñaban a hablar, a razonar, a juzgar, a lograr un espíritu sagaz e inteligente para debatir y participar en la escena política con reglas precisas. Enseñaban a quien lo pidiera, así democratizaron el conocimiento. Obtenían una retribución por su trabajo, y su objetivo era formar al ciudadano que requería la pólis. De acuerdo con Jaeger:

La areté política no podía ni debía depender de la sangre noble […] y si el moderno estado ciudadano se había apropiado la areté corporal de la nobleza mediante la institución del gimnasio, ¿por qué no había de ser posible conseguir las innegables cualidades rectoras heredadas por aquella clase mediante una educación consciente, por la vía espiritual? (2012, p. 264).

Los sofistas eran maestros, eran pedagogos, “se presentaron como los nuevos maestros que, sin intervención de las Musas, eran capaces de ofrecer la educación necesaria para el nuevo hombre de la ciudad democrática” (Álvarez, 2014, p. 25). Son los primeros que se asumieron como maestros. Así, cuando Sócrates pregunta a Protágoras, el sofista, sobre su actividad, éste responde:

En cuanto a mí, tomo un camino opuesto; hago francamente profesión de enseñar a los hombres, y me declaro sofista. El mejor de todos los disimulos es, a mi parecer, no valerse de ninguno; quiero más presentarme, que ser descubierto. […] ningún mal me ha resultado por hacer ostentación de ser sofista, a pesar de muchos años que ejerzo esta profesión, porque a mi edad podría ser el padre de todos los que están aquí (Protágoras 317b en Platón, Diálogos; 2001; las cursivas son nuestras).

Además de las enseñanzas a los jóvenes, los sofistas ofrecían demostraciones o exposiciones públicas en espacios como el teatro, las escuelas, el gimnasio, las casas privadas o en las competencias atléticas, con objeto de entretener, demostrar su maestría oratoria y atraer futuros estudiantes. Divulgaban conceptos de cultura general, como el de la naturaleza humana; explicaban las conductas habituales, aceptadas y razonables; es decir, trabajaban en el campo del comportamiento humano, por lo que Jaeger (2012) los considera impulsores del humanismo.

Los sofistas no competían con los filósofos, no se consideraban filósofos, fueron maestros que al educar a los jóvenes aportaban “algo más que el deporte y la música, algo más que los poetas de tiempos pasados: los arman para el éxito y para un éxito que no se basa en la fuerza ni el valor, sino en el uso de la inteligencia” (Romilly, 1997, citado por Cadavid, 2014, p. 48).

Salvator Rosa, Demócrito y Protágoras (figuras central y derecha), óleo sobre
tela, 1663-1664

Como maestros, organizaban su paideia en los tres saberes esenciales: la gramática, la dialéctica y la retórica (trívium). Continuaban con la enseñanza de la aritmética, la geometría, la astronomía y la música (quadrivium). La unión de ambos conjuntos conformó en la Edad Media las siete artes liberales, sistematizadas por el abad Casiodoro (ca. 485 - ca. 580 d. C.) en su obra Instituciones (Enciclopedia Herder).

Los sofistas identifican la paideia en el sentido de una idea y teoría consciente de la educación, por ello Jaeger (2012) los considera fundadores de la ciencia de la educación, de la pedagogía y la formación intelectual.










c Importancia del logos y el ethos

Protágoras consideraba importante educar con ética para la política. Eran necesarias la música y la poesía como fuerzas formadoras del alma, mientras que el conocimiento y dominio del logos era necesario para la gramática, la retórica y la dialéctica. Esto complementaba con la oratoria, que implicaba habilidades para cautivar a la Asamblea con voz firme, agradable y capacidad de improvisación en la diversidad de temas que surgían. Todo estaba inserto en un determinado ethos, es decir, una manera de ser de cada persona.

La palabra, el logos, era esencial en los discursos orales y escritos (en papiros). Para Gorgias (483 - 375 a. C.), “la palabra es un poderoso soberano que con un cuerpo pequeñísimo y del todo invisible lleva a término las obras más divinas. Pues es capaz de hacer cesar el miedo y mitigar el dolor, producir alegría y aumentar la compasión” (Álvarez, 2014, p. 32).

El dominio de la palabra sustenta la retórica, que es el arte del bello discurso, de las palabras armoniosas que pueden persuadir y convencer con la elocuencia, pues es importante lo que se dice y la forma en que se dice. Según el anónimo de Jámblico (ca. 240 - ca. 330 d. C.), el uso de la retórica debe apegarse a la ética y a las leyes:

Papiro del siglo III d. C.
atribuido al primer
libro Sobre la verdad
de Antifonte

…las cualidades de la elocuencia, la sabiduría o el vigor físico deben emplearse “para fines buenos y conformes a las leyes” […] los buenos talentos adquiridos deben utilizarse para buenos propósitos que lo son en la medida en que respetan el orden […] si son contrarios a las leyes constituyen el peor de los males (Álvarez, 2014, p. 32).

Esto contradice la idea normalmente aceptada de que todos los sofistas promovían conductas antiéticas, relativistas, basadas en obtener beneficios a partir de falsos argumentos y discursos.

Ahora se reconoce el análisis que hicieron algunos sofistas en el campo del logos, y que está vigente en el ámbito del lenguaje y la comunicación.

Por medio de la retórica se aprendía la belleza y eficacia necesaria de las palabras para convencer, conmover o persuadir, pues se reconocía el poder persuasivo y de convencimiento de éstas. Por su parte, la gramática permitía conocer los elementos de los argumentos.

c Reflexión final

La instauración de la democracia en Atenas del siglo V a. C. permitió un conocimiento racional, alejado de mitos y religiones. La filosofía y la retórica colocan al logos como el componente esencial del conocimiento.

Los sofistas representan la paideia que por vez primera se asume como tal. Son maestros que cobran por instruir, por preparar a los jóvenes en la techné política, cuyo fin es instruir a los ciudadanos. En cultura general se enseñaba aritmética, geometría, astronomía y música. Iniciaban con el logos, la palabra que tiene un fin en cada área: en la gramática, saber escribir; en la dialéctica, saber debatir; y en la retórica, hablar de forma bella para persuadir. Su enseñanza la guiaba un telos (fin): formar a los ciudadanos que requiere la pólis, donde hay que defender las ideas con el dominio de la retórica y la oratoria, así como con el apoyo de la gramática para argumentar correctamente. De este modo se instruye una nueva clase de ciudadanos que se preocupaban por conocer las leyes del Estado y la ética, de modo que la enseñanza trascendía la escuela.

Por otra parte, es posible afirmar que los sofistas constituyen el primer exponente de la educación superior en la Grecia clásica. Y son también de los primeros en emplear textos escritos para educar. Además, su dominio del logos los coloca como precursores de las ciencias de la comunicación.

Las disciplinas que integraron su paideia siguen presentes en el siglo XXI, en especial la retórica, que, con sus figuras, es el aderezo de la comunicación, la política y la publicidad. Los medios tradicionales y las redes sociales las practican permanentemente.

En este sentido, es deseable retomar la paideia de los sofistas para preguntarnos qué clase de ciudadanos forman la escuela, los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales; y qué uso hacemos de las palabras, pues sabemos de su importancia. Tanto en la Antigüedad como hoy, la palabra es la palabra. Aquí la invitación para dejarse seducir por ella.

c Referencias

ÁLVAREZ, Lucas Manuel (2014). La sofística y su enfoque performativo de la pólis ateniense: Apariencia, visión y mirada del otro en Protágoras, Antifonte y Gorgias. Tesis de maestría, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. http://repositorio.filo.uba.ar/handle/filodigital/4256 Ir al sitio

BERNAL, John D. (1981). La ciencia en la historia. UNAM, Nueva Imagen.

CADAVID, Lina Marcela (2014). Los sofistas: maestros del areté en la paideia griega. Revista Perseitas, 2(1), pp. 37-61. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=498951552004 Ir al sitio

Enciclopedia Herder. https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Trivium_y_Quadrivium Ir al sitio

JAEGER, Werner (2012). Paideia: los ideales de la cultura griega. Fondo de Cultura Económica.

Notas

* Licenciada en Ciencias Políticas. Docente de la Universidad Pedagógica Nacional 151 Toluca.

  1. El término sofista proviene del griego sophiste, que a su vez proviene de sophia, ‘sabiduría’, por lo que etimológicamente significa ‘sabio’. Los Siete Sabios eran llamados sofistas. Se suelen clasificar en sofistas mayores y sofistas menores.
  2. Telos: vocablo griego cuyo significado es fin, objetivo, propósito.
c Créditos fotográficos

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CORREO del MAESTRO • núm. 316 • Septiembre 2022