Julio Galán
DISIDENCIA Y NEOMEXICANISMO

Edgar Alejandro Hernández Barrera[*]




A finales del siglo XX, uno de los artistas mexicanos que obtuvo mayor reconocimiento internacional fue sin duda el pintor Julio Galán (1958-2006); su excentricidad, mezclada con una obra cargada y autorreferencial, le provocó no sólo comparaciones con Frida Kahlo, sino también efusivos comentarios, como el del estadounidense Andy Warhol, quien lo calificó como “el artista mexicano más importante” (Cherem, 2001). Además, Galán fue el único pintor mexicano que participó en la ambiciosa y polémica exposición Les magiciens de la Terre, que organizó el Centre Georges Pompidou en 1989.




c Julio Galán. Disidencia y neomexicanismo

Galán nació en Múzquiz, Coahuila, pero su educación y carrera se desarrolló en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, donde vivió prácticamente toda su vida, salvo un par de estancias largas en Nueva York (seis años) y París (un año). Su obra fue la punta de lanza del movimiento conocido como neomexicanista, aunque en la actualidad existen nuevas lecturas que lo alejan de esta corriente.

Como lo describe el curador y galerista Guillermo Sepúlveda, la pintura de Julio Galán es absolutamente vivencial, anímicamente autobiográfica, cargada de soledad y deseo; una obra abierta a infinitas lecturas, paradojas y ambigüedades. “Su trabajo es un claro referente del momento actual y de la conducta humana, donde se reflejan los caóticos cambios en todos los ámbitos de su actividad” (Sepúlveda, 2007, p. 11).

Al revisar su iconografía, se advierten motivos recurrentes que muestran sus principales influencias. Además de los continuos autorretratos, hay todo tipo de animales, muebles, referencias a la pintura popular mexicana, retablos, calendarios, rótulos, tiras cómicas, cuadros que se venden en mueblerías, iconografía porno, ilustraciones de cuentos infantiles y la decoración de arcones policromados. Todo mezclado en un complejo entramado que tiene como fuente los debates psicológicos que desde niño enfrentó el artista.

Su estancia en Nueva York lo vinculó con el pop art estadounidense. Junto con la obra de Andy Warhol, también la pintura de Julian Schnabel, Anselm Kiefer, Jean Michel Basquiat, Sigmar Polke y Francesco Clemente puede considerarse una influencia importante sobre su trabajo. Sin embargo, el propio Galán acotó estas referencias:


No les debo nada [a estos artistas]. Vivir en Nueva York reafirmó mi manera de pintar, porque constaté que la mayor parte de las grandes tendencias del arte eran basura. Sin embargo, admiré la obra de los líderes de cada movimiento: Basquiat del grafiti; y Clemente y Polke de lo figurativo. Su obra me gustaba, pero tenía muy claro que yo no quería pintar como ellos, ni en la técnica ni en los contenidos. Con la nostalgia y la soledad, reafirmé lo mexicano. Empecé a hacer chinas poblanas, charros, tehuanas y confirmé que no puedo ser más que quien soy (Cherem, 2001).


Sepúlveda señala que otra gran influencia fue sin duda Frida Kahlo, ya que Galán encontró muchos signos compartidos:


...el protagonismo en su pintura, el deslumbramiento ante la mitología popular y la vibración que Nueva York encarnaba. Ambos vistieron su desolación con radiante colorido. A Frida la sostiene el inconsciente ideológico del grupo en el que se movía; a Galán, su soledad le permite un diálogo distinto consigo mismo y con el mundo (Sepúlveda, 2007, p. 11).


Mas allá de las claras referencias mexicanistas que tienen algunas de sus obras (Paseo por Nueva York con dolor de cabeza y barajas de lotería, 1984; Me quiero morir, 1986; Mientras el cielo ríe, la tierra llora, 1986; El boxeador, 1995; Un charro y una china poblana, 1999; ¡Quién te manda!, 1999; Cuatro palabras, 1999; Retrato de Elizabeth, 2000), Galán aborda temáticas tan disímiles como los sueños de la infancia, el homoerotismo, la sensualidad y la religiosidad entremezcladas, o el perenne problema de la identidad.


Julio Galán, El boxeador, óleo sobre tela, 1995


Julio Galán, Me quiero morir, 1986, óleo sobre tela, 132 × 187 cm



El escritor Sergio Pitol describe el trabajo de Galán como el de alguien que estuviera en una perpetua ceremonia o un baile de disfraces. “Su personaje protagónico –él mismo– aparece constantemente trasvestido, enmascarado, oculto en borrones, afeites, inscripciones, hendiduras. El rostro del personaje, como el de un Xipe-totec prehispánico, puede estar recubierto con la piel de otra persona. En los últimos pasteles, esa piel superpuesta se mueve, se desenfoca o parcialmente se desprende, para mostrar de manera trágica que la máscara y el rostro son idénticos” (1993, p. 21).

Otro factor crucial en el éxito de Galán fue sin duda su personalidad excéntrica que en todo momento atrajo lo mismo a admiradores que detractores. Su barroco estilo de vestir, el uso de maquillaje, y hábitos poco convencionales, como el ir de compras a tiendas de anticuarios a las 3 de la mañana, lo rodearon no sólo de artistas visuales, sino de personajes del cine y la música como Johnny Depp, Isabella Rossellini, José María Carlo, Ana Torroja y Boy George, por mencionar a quienes quedaron registrados fotográficamente al lado del pintor.

Como ya se mencionó, la lectura que se ha realizado de la obra de Galán bajo la lupa del neomexicanismo ha oscurecido otra parte de su producción que no se limita a temas nacionales ni al formato de la pintura. El historiador del arte Daniel Garza Usabiaga (2020) lo explica así:


Aunque la pintura es lo que más se conoce de la obra del artista coahuilense, también produjo esculturas, objetos, fotografía, performance y puestas en escena que podrían calificarse como instalaciones. Es probable que una razón de esta desvinculación haya sido la manera en la que su trabajo, como el de otros artistas activos durante los ochenta como Germán Venegas, fue relacionado estrechamente con el término neo-mexicanismo que se consolidó institucionalmente durante la primera mitad de la última década del siglo XX.


Pero tal vez lo crucial en todo caso es que, parafraseando a Pitol, la obra de Galán se compone de un perpetuo juego de opuestos que nacen de su mundo interior y que tiene el efecto de enfrentar consigo misma a cada una de sus pinturas. Parecería que cada obra fue pintada por muchos artistas, aunque todos ellos se llaman Julio Galán.


Julio Galán, Niño en cama, óleo sobre tela, 1983 Colección privada


c Julio Galán en el Tamayo

El Museo Tamayo , en Ciudad de México, presenta la exposición Julio Galán. Un conejo partido a la mitad, del 4 de junio al 4 de septiembre de 2022, que bajo la curaduría de Magalí Arriola revisa “la práctica pictórica de Galán, y la relación que estableció con la fotografía y el performance como herramientas para explorar el género y las ficciones de identidad en sus múltiples autorretratos” (texto curatorial).


Julio Galán, aspecto de la exposición Un conejo partido a la mitad, Museo Tamayo, 2022


Aunque la exposición no resuelve el problema que plantea Garza Usabiaga con relación a la invisibilidad que ha tenido la obra no pictórica de Galán, sí permite apreciar con un poco más de detalle las acciones y ejercicios visuales que el artista realizaba frente a la cámara como bocetos para sus pinturas. El acento en todo caso se pone en la confrontación que plantea la obra del artista a una mirada heteronormativa, que se adelantó por mucho al debate que hoy convoca este tipo de discusiones públicas.

Para ello, explica el texto curatorial, en vez de posar una mirada retrospectiva sobre su producción artística, presenta un cuerpo de obra (1982-2000) que pone de relieve de manera transversal núcleos temáticos como la infancia y la adolescencia, la violencia intrafamiliar y la violencia de género, el despertar del deseo y la represión de la sexualidad. “Destaca también la forma en que, con el tiempo, los dispositivos escénicos de su obra temprana se vuelven mecanismos de reconocimiento y (auto)representación, al recurrir a estrategias como el travestismo y la mascarada” (texto curatorial).


Julio Galán, Sácate una muela, óleo sobre tela, 1994 Colección Museo MARCO


c Referencias

CHEREM, Silvia (2001). Julio Galán. Los secretos del dolor. El Ángel, suplemento del periódico Reforma, 13 de mayo.

GARZA, Daniel (2022). La lección del sí y el no. GasTV, abril. https://gastv.mx/la-leccion-del-si-y-el-no-por-daniel-garza-usabiaga/ Ir al sitio

PITOL, Sergio (1993). Julio Galán, la lección del sí y el no. Vuelta, núm. 204, pp. 21-25. https://letraslibres.com/vuelta/julio-galan-la-leccion-del-si-y-el-no/ Ir al sitio

SEPÚLVEDA, Guillermo (2007). Julio Galán, para siempre en mi memoria. Julio Galán. Pensando en ti. Museo Marco.

Notas

* Crítico de arte. Maestro en Historia del Arte, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: www.wikiart.org/es/julio-galan

- Foto 1: www.christies.com

- Foto 2: conartenl.wordpress.com/2016/07/12/julio-galan-10-anos/

- Foto 3: www.museotamayo.org/exposiciones/un-conejo-partido-a-la-mitad

- Foto 4: Fotografía por Gerardo Landa y Eduardo López (GLR Estudio) Imagen cortesía del Museo Tamayo

- Foto 5: www.museotamayo.org/exposiciones/un-conejo-partido-a-la-mitad

CORREO del MAESTRO • núm. 316 • Septiembre 2022